06 junio, 2008

Casos reales.

No hace mucho acudió a mi consulta Juan de Dios Vargas, un asesino en serie que desconocía el motivo por el cual sentía el deseo irrefrenable de matar a cierto tipo de personas, aparentemente sin ningún nexo en común.

-El primero fue mi vecino, Bart Smith, un gran tipo –comenzó a explicarse Juan de Dios -. Aquel día, no sé porqué, cuando coincidí con él en el ascensor me vi obligado a extirparle los globos oculares con el alfiler de su corbata.
El suceso me dejó angustiado, con un contradictorio sentimiento de culpa y satisfacción. Intenté explicárselo a Bart Hernando, un gran colega mío, pero en lugar de eso le aplasté la cabeza con la puerta del garaje.
Luego vino lo del director del banco, Bart Ordoñez. ¿Sabía usted que un hombre es capaz de aguantar vivo con 12.000 grapas Petrus de acero galvanizado tamaño 24/6 clavadas en el cuerpo?
Con Bart Cifuentes fue diferente, ése se lo merecía. Pagué con gusto los 1.000 litros de ácido sulfúrico que necesité para disolverlo en la bañera.
Fue la semana pasada, poco después de incendiar los almacenes de “Mudanzas Bart Cobacho e hijos” cuando me dije que algo no funcionaba en mi interior. Pensé que quizás alguien podría ayudarme, no sé si me comprende, Sr. Bart.

-Le comprendo perfectamente- mentí. En realidad desde el segundo cadáver había estado calculando cuanto tardaría en recorrer los cinco metros que separaban mi sillón de la puerta de la calle.

-Entonces, ¿cree que lo mío tiene arreglo?

-La verdad es que el poder de la psicomagia es infinito– yo ya no sabía ni lo que decía-. Aunque la mente humana tiene muchos recovecos inexplorados – lentamente me puse en pie mientras Juan de Dios jugueteaba con mi abrecartas, recuerdo de Albacete – lo que propicia un gran desconocimiento de nuestro comportamiento-. Aparentando tranquilidad me fui acercando a la puerta del despacho. Intuí como él se levantaba de la silla cuando...

A.- Noté una punzada en la espalda al tiempo que acudía a mi mente una visión global de toda mi vida (excepto el episodio de cuando, para impresionar a aquella dependienta del Sephora, me probé todas las cremas exfoliantes de la estantería provocándome una urticaria que todavía perdura)

B.- Noté una punzada en la espalda al tiempo que acudía a mi mente una visión global de toda mi vida (incluido el episodio de cuando, para impresionar a aquella dependienta del Sephora, me probé todas las cremas exfoliantes de la estantería provocándome una urticaria que todavía perdura)

C.- En el último momento pude mezclarme entre la multitud de personas que participaban en el desfile del día de San Patricio que fortuitamente en aquél momento pasaba por mi cuarto de baño.

D.- España es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes menos por una que se llama istmo.

E.- Desplegando mis alas salté por la ventana recordando en el último instante que no puedes desplegar lo que no tienes.

F.- Lo que tú, fiel lector, escribas en los comentarios.