Maestro, el zen dice “Si tenéis un bastón,os doy el bastón. Si no tenéis bastón, os quito el bastón”, pero ¿y si mi bastón no es mío, que me lo ha dejado Qi Ling? ¿Entonces qué? Por que Qi Ling ya sabes como es, que le quitas el bastón y te hace una cara nueva. Como aquella vez que le perdí la cassette de Boney M que casi me mata el muy jodio. Boney M estaba bien ¿eh? Como se movía el negro... A mí la que me gustaba era su hermana, la de Qi Ling digo, esa que tenía un buen par de tetas. Yo le tiré los tejos una temporada. Al final se casó con Pao Xeng y se fueron a Beijing. Se montaron un locutorio creo, aunque también hacían kebabs y declaraciones de renta. Me gusta el kebab. Pero sin pepinillo, odio el pepinillo en vinagre. Una vez me comí uno, se me fue por el otro agujero ¡y lo pasé más mal! Aunque no tan mal como cuando coincidí en la ducha con Ning Phu, el monje “raro”. No hacía más que mirarme el culo. Qué vergüenza pasé. Y mira que yo soy de los que piensa que allá cada cual con sus inclinaciones sexuales. Pero es que Ning Phu se inclinaba demasiado sobre mi entrepierna. Antes había estado en Manila, vendiendo mantones. Mantones de Manila, claro. Quiso venderme uno pero me dije ¿Dónde vas con mantón de Manila?¿dónde vas con vestido Chiné? A lucirme y a ver la verbena y a meterme en la cama después. Total, que no me lo compré. En su lugar me compré...
Continuará.